Desde hace varios años, la ciencia médica no duda ya de la existencia de una interacción constante entre el cuerpo y la mente. Cada vez hay mayor conocimiento del efecto que los estados emocionales –ira, tristeza, amor, alegría, optimismo, generosidad, etc- producen en el organismo, pero lamentablemente todavía queda camino por recorrer para que las emociones sean tomadas en cuenta en la práctica de la medicina.
Ante la aparición de una enfermedad, en la mayoría de los casos, se busca la razón en el mundo físico: ¿Exceso de peso? ¿Abuso de grasas, de sal, de alcohol, de tabaco? ¿Vida sedentaria?
Está clara la importancia de estos factores pero ¿Qué hay de la historia vital del paciente? esto es, ¿Cómo se siente? ¿Qué está pasando en su vida? ¿Cómo se siente en las relaciones? ¿Cómo duerme? ¿Qué le preocupa? Me refiero con esto a un elemento a tener en cuenta siempre que un cuerpo se enferma: la sobrecarga de tensiones emocionales.
Está claro que los virus y las bacterias son capaces de atacar nuestro cuerpo y alterar su normal funcionamiento, pero su existencia no explica por qué, en la misma situación, unos se enferman y otros no. Está demostrado que el estrés, la ansiedad, la ira o la depresión producen reacciones químicas en nuestro organismo que disminuyen la fuerza de nuestras barreras defensivas, “permitiéndonos” caer enfermos. Por lo tanto, un organismo que se encuentra bajo niveles altos de estrés, ira, depresión o ansiedad enfermará antes que un organismo que no lo está. Por esto es tan importante atender la parte emocional del paciente cuando se encuentra con su médico.
Tampoco debemos olvidar que el cerebro emocional, también llamado cerebro límbico (comprende centros importantes como el tálamo, hipotálamo, el hipocampo, la amígdala cerebral) controla todo lo que rige el bienestar psicológico y una gran parte de la fisiología del cuerpo: el funcionamiento del corazón, la tensión arterial, las hormonas, el sistema digestivo e incluso el inmunitario. Cualquier malestar o disfunción en estas áreas del cuerpo nos pueden dar una buena información sobre lo que le puede estar pasando al paciente.
Por lo tanto, comparto la afirmación de Jimmie C. Holland, médico estadounidense especializado en cáncer, que mantiene que el bienestar emocional es una parte fundamental del estado de salud general. Por ello sostiene que el nivel de angustia debería ser controlado en las revisiones junto al resto de signos vitales (presión sanguínea, pulso, temperatura, respiración y dolor) para el tratamiento adecuado a los enfermos.